Déjate de peliculitas

Hace unos años me dejaron tirado en julio y no sabía qué hacer en
vacaciones. Pero, sin venir a cuento, me llamó un día el San Miguel,
un chavalote que donde va, triunfa. Nadie sabe a cuántas chatis se ha
trajinado, pero se comenta que le ha dado la vuelta al marcador... dos
veces. El tío se lo monta para jincar casi todos los días. Lo mismito
que yo: casi el lunes, casi el martes...

Corre el rumor de que tiene más rabo que la pantera rosa y que es
el doble de Nacho Vidal en las escenas peligrosas. El tío no es que
sea creído, es que es consecuente con su cuerpo e incluso me comentó
que le encantaría ser yo para poder tener un coleguilla como él. Y es
que como él dice, antes era vanidoso pero ahora ya es perfecto. Así
que me pareció raro que me llamara justo a mí para pasar unos días en
la playita. Me pasaba como con Michael Jackson: no terminaba de verlo
claro...

Al entrar al coche fui entendiéndolo todo: se venía también una
hermana del San Miguel. La tía era más fea que enviar a la abuela a
por droga. Tenía un bigote que se tenía que comer las tostadas con la
mantequilla por debajo. La tía era una mezcla entre Florinda Chico y
el Mr. Slot de los Goonies y se dice que la parió una vecina porque a
su madre le daba vergüenza. Pero todas las mujeres tienen algo hermoso
y ésta no iba a ser una excepción: tenía una prima que era un pibón.

Al llegar cogimos habitación en una pensión que tenía por lo menos
dos ladillas en la guía Michelín. En el baño había una procesión de
moscas y al entrar en el dormitorio vi algo asomando el hocico detrás
de las cortinas... No hice preguntas. Y con la de mosquitos que había
eché de menos haber metido en la maleta el pijama de uralita.

Salimos el San Miguel y yo a tomarnos algo. Hay gente que no sabe
beber, pero el San Miguel lo que no sabía era parar. Y no paró de
invitarme a copas: me bebí hasta las copas de los árboles. Aquello fue
literalmente el Acopalipsis, y encima los cubatas de aquel garito no
eran de garrafón, eran de Nenuco pero de la partida mala. El menda no
tenía problemas con la bebida, los tenía con la policía, porque a la
vuelta, supongo yo que para evitar las muertes en carretera, condujo
todo el rato por la acera. Perdió más puntos que el día que vi a
Britney Spears sin maquillar.

Mientras me dirigía arrastrándome a la habitación se iba mascando
la tragedia. Fue dejarme caer en la cama y se me abalanzaron los 150
kilos de hermana encima. Me inmovilizó completamente, me sentía como
Coco en una cama de velcro. Aquello fue como un remake de Liberad a
Willy pero en una versión que no era de Disney. No fue precisamente
como para publicarlo en Youtube, pero lo peor era sentirme incapaz de
moverme para poder quitarme la vida. En efecto, pasé una noche
estupenda, pero no fue aquélla...

Gracias a dios me desmayé y cuando conseguí recuperar la tensión
arterial desaparecí de allí borrando todas mis huellas para que no me
encontraran ni con el Google. Desde entonces, no sé muy bien por qué,
pero le he cogido aversión a las chicas con bigote de 150 kilos...

Nos vemos en los bares